Con el fin de llegar a personas comunes que se preguntan sobre el juego en los niños se escribe este libro “El niño y sus juegos” publicado en el año 1968 por la Editorial Paidós Educador.
Muy útil para saber a que edad un niño debe jugar determinado juego o que juguete se le puede regalar, que pasa cuando un niño no juega etc. Se realizaron muchas observaciones, y se contó con la ayuda de Enrique Pichón Rivière su esposo y en la diagramación Joaquín hijo de ambos.
Para determinar porque aparece este juego y no otro a una edad determinada, porque hay niños en los que nunca aparece, y estos siempre presentan trastornos. Porque no jugar en el momento adecuado al juego correspondiente al desarrollo acarrea perturbaciones.

Freud sostuvo que un niño juega no solo para repetir situaciones placenteras sino también para elaborar las que le resultaron dolorosas o traumáticas.
El juguete posee muchas de las características de los objetos reales, pero por su tamaño el niño ejerce dominio sobre ellos porque el adulto se lo otorga como algo propio y permitido, se trasforma en el instrumento para el dominio de situaciones penosas difíciles o traumáticas que se le crean en relación con los objetos reales pero son reemplazables por estos y le permiten repetir a voluntad las situaciones que le resultaron placenteras o dolorosas pero que no puede reproducir por si solas en el mundo real.
Al jugar un niño desplaza al exterior sus miedos angustias, y problemas internos. Repite en el juego todas las situaciones excesivas para su YO débil y esto le permite hacer activo lo que sufrió pasivamente
El juego de esconderse y aparecer y desaparecer o hacerlo con objetos, como el de la sabanita, aparece entre los 4 y 6 meses y responde a motivos psicológicos profundos. Aquí elabora la necesidad de desprenderse de la relación única con la madre para poder pasar luego a la relación con el padre, y se establece la triada madre-padre-hijo que es la base de futuras relaciones del niño con el mundo.
El niño no solo ama, necesita y quiere conservar a sus padres y hermanos, sino que también los rechaza. Por eso deriva estos afectos y conflictos a objetos que son su reemplazo y el puede dominar, y así cumple la necesidad de descarga y elaboración sin hacer peligrar la relación con sus objetos originarios.
La base de la actividad lúdica y de la capacidad de transferir afectos en el mundo externo, dependen de “La sustitución” del objeto originario, por otros mas numerosos y reemplazables, la distribución de sentimientos en múltiples objetos y la elaboración de sentimientos de pérdida a través de la perdida y la recuperación.
El niño trae al nacer la experiencia de que tipo de madre le vendrá al encuentro. La condición bisexual del niño hace necesaria la pareja padre y madre para que se logre un desarrollo armónico de la personalidad. Una maternidad y paternidad buenas permiten superar dificultades inherentes al desarrollo.
A partir de la concepción la madre siente que se enriquece y el padre se siente excluido.
Cuando el bebe nace necesita adaptarse muchos intentos de explorar son la base de su futura actividad de juego.
Desde su nacimiento es capaz de reconocer por la voz y el olfato a la madre. La vista se desarrolla desde el primer momento.
Es imprescindible que la piel de la madre este en contacto con la del bebé, un buen contacto físico le permitirá elaborar la perdida… la carencia de esta relación trae trastornos en el contacto con la realidad.
Entre el tercer y cuarto mes el objeto de amor y odio es la misma persona, la madre. Comienza su desprendimiento de ella.